Sobre los desastres naturales y tu huída del mundo

Cintia Durán
2 min readAug 18, 2021

Hay un cierto momento después de la lluvia, es como una mezcla de silencio e incertidumbre.
Durante años la frase “después de la tormenta viene la calma” nos ha supuesto una seguridad falsa. Por un lado refuerza la idea de que la lluvia tiene la culpa de algo, como un monstruo japonés que nos ataca y destruye nuestra ciudad, pero no es así. La lluvia solo es agua, que cae y moja. No existe tal “desastre natural”, no es culpa del cielo que nos inunde. Es un movimiento más, solo es aire y calor, es frío subiendo y bajando, son partículas sacudiendo sus electrones. Es ruido, son truenos, es tormenta.

Por otro lado, “la calma”, que comienza después del monstruo, también es falsa, porque un fenómeno atmosférico, es todo menos calma. Es caos, es movimiento, es circunstancia.

¿Cuántas tormentas hemos pasado?

¿Recuerdas el lodo que se hacía a la entrada de la prepa? La lona que cubría nuestro improvisado salón en la cancha de basquet, los uniformes empapados, los juegos de futbol, las quesadillas del puesto de la señora. Las veces que nos quedamos sentados en el carro esperando que bajara el aguacero, mirando el agua escurrir y escuchando los limpia parabrisas, hacía un lado y hacía otro.

A veces me pregunto si algún día se acabarán las lluvias, si el suelo se secará o si nos mudaremos a otro planeta. También me pregunto, ahora que no estás, si puedes ver la tierra desde adentro, o desde afuera o desde Marte. Si pudieras decirme que siete meses de distancia son ciertos, o si ya estás allá o tal vez apenas vas en camino.

Salúdame a los robots, pero no te detengas ve más lejos, hasta donde imaginamos en esa última llamada, hasta el planeta que no es planeta, hasta el final del espacio.

Después de la tormenta nunca viene la calma.
¿Sabes que llega después de la tormenta?
Llega la inundación.

Abraham Caravantes 1983–2021

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